miércoles, agosto 22, 2012

ABOUT SMELLS by Mark Twain

En un reciente número del "Independent", el Rev. T. De Witt Talmage, de Brooklyn, tiene la siguiente articulación en el sujeto de "Olores":

"Yo tengo un buen amigo cristiano quien, si se sienta en el primer banco en la iglesia, y un trabajador entrara por la puerta en el otro extremo, lo olería instantáneamente.

Mi amigo no es de culpar por la sensibilidad de su nariz, no más de lo que usted golpearía a un sabueso por ser más perceptivo en el rastro que un estúpido perro guardián. El hecho es, si usted, tuviera todas las iglesias libres, por razón de la mezcla de la gente común con la gente no común, usted mantendría una mitad del Cristianismo enferma del estómago. Si usted va a matar a la iglesia así con malos olores, nada tendré que ver con este trabajo de evangelización."

Tenemos razón para creer que habrá hombres laboriosos en el cielo; y también un número de negros, y Esquimales, y Tierra del Fueguenses, y unos pocos Indios, y posiblemente hasta algunos Españoles y Portugueses. Todas las cosas son posibles con Dios. Tendremos todas estas clases de gentes en el cielo; pero, ¡ay!, para conseguirlos perderemos la sociedad del Dr. Talmage. Lo cual es decir, perderemos la compañía de uno que le daría más real "tono" a la sociedad celestial que cualquier otra contribución que Brooklyn pueda proveer. ¿Y qué sería la felicidad eterna sin el Doctor? Beatitud, incuestionablemente- sabemos bastante bien eso pero ¿sería 'distingue', sería 'recherche' sin él? San Mateo sin medias o sandalias; San Jerónimo cabeza descubierta, y con una túnica marrón áspera como sábana arrastrando el suelo; San Sebastián con escasamente ninguna vestimenta en absoluto- estos veremos, y disfrutaremos viéndolos;... y diremos a las partes del Oriente: "Estos están bastante bien, pero debieron haber visto a Talmage de Brooklyn." Me temo que en el mundo mejor no tendremos siquiera al "buen amigo cristiano" del Dr. Talmage.

Porque si él estuviera sentado bajo la gloria del Trono, y el guardián de las llaves admite a Bejamín Franklin u otro hombre laborioso, ese "amigo", con sus finos poderes naturales infinitamente aumentados por la emancipación de la carne estorbadora, lo detectaría con una sola olida, e inmediatamente tomaría su sombrero y pediría ser excusado.

A toda apariencia externa, el Rev. T. De Witt Talmage es del mismo material usado en la construcción de sus primitivos predecesores en el ministerio; y aún uno siente que debe haber una diferencia en algún lado entre él y los primeros discípulos del Salvador. Debe haber porque, en el siglo diecinueve, el Dr. T. ha tenido todas las ventajas que Pablo y Pedro y los otros no pudieron tener y no tuvieron. Había una falta de pulimento en ellos, y una soltura de la etiqueta, y carencia de exclusividad, lo cual uno no puede evitar notar. Ellos sanaban a los muy mendigos, y sostenían trato con gente de olor villano cada día. Si el sujeto de estas observaciones hubiera sido elegido entre los Doce Apóstoles originales, él no se hubiese asociado con el resto, porque no podría aguantar el olor a pescado de algunos de sus camaradas quienes venían de los alrededores del Mar de Galilea. Él hubiera renunciado su comisión con alguna observación tal como la que hace en el extracto citado arriba:

"Maestro, si usted iréis a matar a la iglesia así con malos olores, nada tendré que ver con este trabajo de evangelización."

Él es un discípulo, y hace esa observación al Maestro; la única diferencia es, que la hace en el siglo diecinueve en lugar del primero.





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