sábado, abril 05, 2014
2heads
Siempre me
gustó leer y de niño vivía de manera semi bárbara, sin manera de conseguir
libros, leí la Biblia de cabo a rabo. Recuerdo que no sentía ningún fervor
religioso, sí sentía que leía un libro de aventuras, con sangre, desiertos,
diluvio, donde la civilización más avanzada trataba a las mujeres como animales
y a los animales como mujeres, un paraíso republicano gringo (eso lo pensé
después).
Una historia
de la Biblia que me causó gran impresión es la del rey Herodes, Juan El
Bautista, y un dúo dinámico compuesto por una doña que muy bien pudo ser el
modelo para Lady Macbeth y su hija Salomé, que debía tener de 13 a 15 años. Una
ficción típica de la Biblia, hay cuernos, un hombre santo preso, mucha
vagabundería, la esposa de un hermano que se fue con otro hermano, o tal vez
no, y una fiesta en Palacio por un cumpleaños, creo, o una lapidación. Lo que
importa es que en esta fiesta Salomé bailó el baile de los 7 velos, o algo así,
y parece que se encueró y enseñó el toto porque Herodes se volvió loco y le
dijo que pidiera cualquier cosa, cualquier cosa, y él se la daba.
Aquí el
lector experto hace una pausa, va y bebe agua mientras piensa qué va a pedir la
teenager stripper, seguro que en esa época existía alguna joya famosa, el
Diamante Esmeralda; tal vez un palacete en la playa, etc.
“Quiero la cabeza de Juan El Bautista,”
musitó, sin pestañear, la teenager Salomé.
Como los
griegos escribieron sobre todo, la historia de Perseo tiene un episodio que
envuelve el lunático requerimiento de una cabeza. La historia es más fantástica
con sandalias aladas, escudo espejo y una cabeza con serpientes vivas y
venenosas en lugar de cabellos. Esta historia no menciona fiesta, pero sí hay
un rey que llama al mozalbete Perseo al palacio y le dice que se va a casar con
una mujer muy elegante y exigente y que el único regalo que él cree que puede
gustarle a esa princesa exquisita es la cabeza de Medusa y, he aquí el
problema, que como Perseo llegó muerto de hambre a su reino y le dieron de todo
debería ofrecerse de voluntario para el traque.
De las dos
historias me quedo con la griega. Esas abstracciones espirituales de la Biblia
me aburren inmensamente, no me convence un rey al que una desaprensiva menor le
pide la cabeza de un loco inocente que vocea castigos eternos (si fuera de esta
época usara megáfono) y que no diga inmediatamente: “Ah pero eta muchacha ta loca de remate.” En la griega uno
sabe que en ese palacio corrió el murmullo de “Se jodió Perseo”, que todos sabían que era una simple excusa para
quitarlo del medio.
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